siervo de Dios Jerónimo Gracián

Investigación del carisma del carmelo descalzo

¿Qué estragos provoca la mundanidad espiritual?

No deja de repetir el Papa Francisco, “Por favor, cuídense de la mundanidad. Es la puerta de la corrupción” (D 29.3.2021). La mundanalidad «es un pecado sutil, es más que un pecado: es un estado pecaminoso del alma» (MD 5.3.2015). “La mundanidad provoca un degrado espiritual y moral” (D15.1.2022).

Nos encierra en el egoísmo

“La «mundanidad espiritual» es una tentación peligrosa porque «corrompe el corazón» con el egoísmo” (MD 17.1.2014).  “Porque los mundanos, en verdad, están solos con su egoísmo”. Comentando la parábola de Lázaro y del rico epulón: «El rico no era malo, estaba enfermo: enfermo de mundanalidad». Y «la mundanalidad transforma las almas, les hace perder la conciencia de la realidad: viven en un mundo artificial, hecho por ellas». La mundanalidad «anestesia el alma». Y «por eso, aquel hombre de mundo era incapaz de ver la realidad». «con el corazón mundano» no se puede comprender «la necesidad de los demás. […]  Ser mundano significa perder el nombre hasta el punto de tener los ojos del alma «oscurecidos», anestesiados, hasta el punto de no ver más a las personas que nos rodean» (MD 5.3.2015).

Nos convierte en unos hipócritas

“La tentación cotidiana de la Iglesia, no del poder del Espíritu, sino la tentación del poder mundano». Así “caéis en esa tibieza en la vida religiosa, que os lleva la mundanalidad, esa tibieza que cuando crece, crece, crece, acaba en la actitud que Jesús llama hipocresía”. Hasta decir a los discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, de los doctores de la ley». Por tanto, «levadura, pan: guardaos de eso, que es hipocresía». (MD 20.5.2015).

Actuar por la galería: “la mundanidad espiritual. Vivir el Evangelio, pero con criterios mundanos. No, el Evangelio se vive con criterios evangélicos. Vivir mundanamente… No sé, digo cosas un poco pour la gallerie, pero no desde el corazón, con los valores humanos que el Señor nos dio y con los valores cristianos que él nos reveló. Entonces, cuídense de la mundanidad” (VM 27.10.2018).

Estos, son «hipócritas porque muestran una cosa pero piensan otra»: […] «el hipócrita es siempre un adulador, ya sea en un tono mayor o menor, pero es un adulador» […].  “La adulación empieza así, pero con mala intención”   […]  el «lenguaje de la hipocresía es el lenguaje del engaño, es el mismo lenguaje de la serpiente a Eva, es el mismo. Comienza con la adulación: «No… si comes esto te irá genial, lo sabrás todo…», para destrozarlo». (MD 6.6.2017).    

La hipocresía “destruye, la hipocresía mata, mata a las personas, incluso desgarra la personalidad y el alma de una persona. Mata comunidades». Y agregó: “Cuando hay hipócritas en una comunidad hay un gran peligro ahí, […]  este vicio de la hipocresía, de maquillar nuestra actitud, pero con malas intenciones” (MD 6.6.2017).

«Vosotros los fariseos limpiáis por fuera el vaso y el plato, pero vuestro interior está lleno de codicia y de maldad». Son «hermosos por fuera, todos perfectos… todos perfectos… pero por dentro llenos de corrupción, por lo tanto de codicia, de maldad». […]  Jesús, por tanto, “califica a estas personas con una palabra: ‘hipócritas’. “Eres un hipócrita”, porque por fuera te ves tan limpio, perfecto, pero tu alma es un alma arrugada,  sucia, llena de podredumbre; aquí dice «de la codicia»». Un alma así es incluso «capaz de matar, como hicieron con Jesús. Es capaz de pagar por matar o por calumniar” (MD 16.10.2018). 

«La Iglesia, cuando camina en la historia, es perseguida por hipócritas: hipócritas de dentro y de fuera. El demonio no tiene nada que ver con los pecadores arrepentidos, porque miran a Dios y dicen: ‘Señor, yo soy un pecador, ayúdame». Y si «el diablo es impotente» con los pecadores arrepentidos, «es fuerte con los hipócritas. Es fuerte, y los usa para destruir, destruir personas, destruir la sociedad, destruir la Iglesia». Y “el caballo de batalla del diablo es la hipocresía, porque es mentiroso: se muestra como un príncipe poderoso, hermoso, y por detrás es un asesino” […]  «Los hipócritas, que no pueden encontrar el amor [de Jesús] porque tienen el corazón cerrado, en sus propias ideas, en sus doctrinas, en su propia legalidad» (MD 20.9.2018).

Nos incapacita para distinguir el bien del mal

El espíritu del mundo, es “peor que cometer un pecado. Es una atmósfera que te vuelve inconsciente, te lleva a un punto en el que no puedes distinguir el bien del mal”. […] “El pecado no te aleja de Dios si te das cuenta y pides perdón, […]  si pecas el Espíritu Santo te protege y te ayuda a levantarte, […]  pero el espíritu del mundo te hace olvidar lo que es el pecado”, todo se puede, […] lleva a la inconsciencia “de no distinguir el pecado” […] es una inconsciencia?»  […] El espíritu del mundo, que nos aleja suavemente del Señor […] Un deslizamiento lento, lento, lento»  (MD 7.1.2020).

Nos hace rígidos

Unos usan “la rigidez para encubrir debilidades, pecados, enfermedades de la personalidad y usan la rigidez para afirmarse sobre los demás” (MD 5.5.2017). “En la tentación de la mundanidad espiritual, muchas veces oculta en la rigidez: una llama a la otra, son «hermanastras», una llama a la otra” (D 16.11.2017)

 «Siempre, bajo o dentro de una rigidez, hay problemas. Problemas serios. Siempre detrás de las falsas apariencias de perfección, de buena gente, hay problemas». Y también “detrás de las apariencias de un buen cristiano -apariencias, ojo- que siempre trata de aparecer, de maquillarse en el alma, hay problemas”. Porque «ahí no está Jesús» sino que «ahí está el espíritu del mundo». […]»estas personas que siempre se distancian, que juzgan todo y parecen tan perfectas». Y «a estos los condena Jesús, por su rigidez, por la falta de amor, por la falta de libertad. Dios no puede entrar en esa rigidez».  “No hay Espíritu de Dios allí. Falta el espíritu de libertad»” (MD 16.10.2018). 

Nos paganiza

“El espíritu de la mundanalidad, que es el espíritu que bajo la apariencia del cristianismo nos llevará a vivir como paganos” (MD10.4.2015).

“Estas son las cosas que nos impiden ser parte de las ovejas de Jesús; […] la riqueza, la pereza, la rigidez, la mundanalidad” (H 5.5.2020).

Nos corrompe y nos hace idólatras del dinero, del poder

El peligro de la mundanidad.” El cristiano no puede convivir con el espíritu del mundo. La mundanidad que nos lleva a la vanidad, a la prepotencia, al orgullo. Y esto es un ídolo, no es Dios. ¡Es un ídolo! ¡Y la idolatría es el pecado más fuerte” (D 4.10.2013).

Pero la tentación de olvidar «la palabra de Dios, lo que el Señor nos dice» para perseguir en cambio «la palabra de moda». […] Esta actitud de «mundanalidad», «es más peligrosa porque es más sutil»; mientras que la «apostasía», que es «el mismo pecado de romper con el Señor», se ve y se reconoce claramente (MD 17.1.2014).

Es una invitación a descubrir “los ídolos escondidos en los múltiples pliegues que tenemos en nuestra personalidad”, a “alejar el ídolo de la mundanalidad, que nos lleva a convertirnos en enemigos de Dios» (MD 6.6.2013)

“Cuando tenemos actitudes que nos llevan a la idolatría, nos apegamos a cosas que nos alejan de Dios, porque hacemos otro dios y lo hacemos con los dones que el Señor nos ha dado. Con la inteligencia, con la voluntad, con el amor, con el corazón… estos son los dones propios del Señor que usamos para hacer idolatría. […] La idolatría te lleva a una religiosidad equivocada, es más: muchas veces la mundanidad, que es idolatría, te hace transformar la celebración de un sacramento en una fiesta mundana. […] Y que el Señor no nos encuentre, al final de nuestras vidas, y diga de cada uno de nosotros: “Te has pervertido. Te has desviado del camino que te había indicado. Te has postrado ante un ídolo”. (MD 26.3.2020)

«Cuando se acumula el pecado, se pierde la capacidad de reaccionar y se comienza a pudrir». Sin embargo, «así sucede también con las personas, con las personas corruptas, que no tienen fuerza para reaccionar». Porque «la corrupción te da algo de felicidad, te da poder y también te hace sentir satisfecho de ti mismo»; pero «no deja espacio para el Señor, para la conversión».  «la peor corrupción es el espíritu de mundanidad»” (MD 27.11.2014)

“El Señor siempre perdona. Pero una de las peores cosas de la corrupción es que el corrupto no necesita pedir perdón, no tiene ganas” (MD 29.1.2016). “La corrupción es cuando el pecado entra, entra, entra, entra en tu conciencia y no te deja lugar ni para el aire, todo se vuelve pecado: esto es corrupción” (MD 3.4.2017).

“Quien ha caído en esta mundanidad mira de arriba y de lejos, rechaza la profecía de los hermanos, descalifica a quien lo cuestione, destaca constantemente los errores ajenos y se obsesiona por la apariencia. Ha replegado la referencia del corazón al horizonte cerrado de su inmanencia y sus intereses y, como consecuencia de esto, no aprende de sus pecados ni está auténticamente abierto al perdón. Es una tremenda corrupción con apariencia de bien” (EG 97)

No deja de repetir el Papa Francisco;” Por favor, cuídense de la mundanidad. Es la puerta de la corrupción” (D 29.3.2021). “La «mundanidad espiritual» es una tentación peligrosa porque «corrompe el corazón» con el egoísmo” (MD 17.1.2014).

La mundanalidad «es un pecado sutil, es más que un pecado: es un estado pecaminoso del alma». […]  Y todo esto “porque los mundanos, en verdad, están solos con su egoísmo”.    «el rico no era malo, estaba enfermo: enfermo de mundanalidad». Y «la mundanalidad transforma las almas, les hace perder la conciencia de la realidad: viven en un mundo artificial, hecho por ellas». La mundanalidad «anestesia el alma». Y «por eso, aquel hombre de mundo era incapaz de ver la realidad». «con el corazón mundano» no se puede comprender «la necesidad y la necesidad de los demás».  (MD 5.3.2015).

La mundanidad destroza la vida de quienes lo han dejado todo por Cristo

Dificulta la respuesta a la vocación: “El dinero, el placer, el éxito deslumbran, pero luego defraudan: prometen la vida, pero traen la muerte. El Señor nos pide que nos desprendamos de estas falsas riquezas para entrar en la verdadera vida, la vida plena, auténtica, luminosa. Y os pregunto, jóvenes, chicos y chicas, que estáis ahora en la plaza: “¿Sentisteis la mirada de Jesús sobre vosotros? ¿Qué quieres que le responda? ¿Prefieres salir de esta plaza con la alegría que nos da Jesús o con la tristeza en el corazón que nos ofrece la mundanalidad?” (Ang 11.10.2015).

Destruye a los consagrados: “¡Cuántas almas destruidas! Almas generosas, como la del joven entristecido, que empezó bien y luego se apegó a esa rica mundanalidad, y terminó mal. Es decir, mediocre. Terminaron sin amor porque la riqueza empobrece, pero empobrece mal. Nos quita lo mejor que tenemos, nos empobrece con la única riqueza que importa, para darnos seguridad en otras cosas” (H 20.9. 2015).

” Y al final, la condición de ese hombre es peor que al principio. Así sucede con la mundanidad espiritual. Gente que lo ha dejado todo, ha renunciado al matrimonio, ha renunciado a los hijos, a la familia… y acaban —perdón por la palabra— “solteronas”, es decir mundanas, preocupados por esas cosas… Y el horizonte se cierra, porque dicen: “Ésta ni siquiera me ha mirado, aquélla me ha insultado, aquélla…”. Los conflictos internos que encierran. Por favor, huid de la mundanidad espiritual. Es como un […] que poco a poco te quita las fuerzas. […] Y en lugar de ser mujeres consagradas a Dios, se convierten en “señoritas educadas”” (D 22.10.2021)

    Provoca luchas en el interno de la Iglesia

“La mundanidad espiritual lleva a algunos cristianos a estar en guerra con otros cristianos que se interponen en su búsqueda de poder, prestigio, placer o seguridad económica. Además, algunos dejan de vivir una pertenencia cordial a la Iglesia por alimentar un espíritu de «internas». Más que pertenecer a la Iglesia toda, con su rica diversidad, pertenecen a tal o  cual grupo que se siente diferente o especial” (EG 98).

 “En algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?” (EG 100)

Debilita al misionero que debe evangelizar

Debilita la fe, «esta es nuestra tentación diaria: deslizarnos hacia la mundanalidad, hacia los poderes y debilitar así la fe, la misión. La Iglesia se debilita».  (MD 20.4.2015)

“Estar alerta significa esto: no permitir que el corazón se vuelva perezoso y que la vida espiritual se ablande hasta la mediocridad. Cuidado porque se puede ser un «cristiano dormido» – y lo sabemos: hay muchos cristianos dormidos, cristianos anestesiados por la mundanalidad espiritual – cristianos sin entusiasmo espiritual, sin ardor en la oración – rezan como papagayos – sin entusiasmo por la misión, sin pasión por el Evangelio. Cristianos que miran siempre hacia adentro, incapaces de mirar al horizonte. Y esto lleva al «dormitar»: sacar las cosas adelante por inercia, caer en la apatía, indiferente a todo menos a lo que nos conviene. Y esta es una vida triste, seguir así… no hay felicidad allí” (Ang. 28.11.2021).

Imposibilita o pierde vigor la evangelización

Al misionero también se le exige ser una persona libre, que vive sin nada propio. No me canso de repetir que la comodidad, la pereza y la mundanalidad son fuerzas que impiden al misionero «salir», «salir» y ponerse en camino y, en definitiva, compartir el don del Evangelio. El misionero no puede partir con el corazón lleno de cosas (comodidad), con el corazón vacío (pereza) o en busca de cosas ajenas a la gloria de Dios (mundanalidad). El misionero es una persona libre de todos estos pesos y cadenas; una persona que vive sin nada propio, sólo para el Señor y su Evangelio; una persona que vive en un camino constante de conversión personal y trabaja incansablemente por la conversión pastoral. (d 26.5.2017)

«La mundanidad espiritual es ese espíritu tan sutil que ocupa el lugar del anuncio, que ocupa el lugar de la fe, que ocupa el lugar del Espíritu Santo» (D 22.10.2021).

“Al misionero también se le exige ser una persona libre, que vive sin nada propio. No me canso de repetir que la comodidad, la pereza y la mundanalidad son fuerzas que impiden al misionero «salir», «salir» y ponerse en camino y, en definitiva, compartir el don del Evangelio. El misionero no puede partir con el corazón lleno de cosas (comodidad), con el corazón vacío (pereza) o en busca de cosas ajenas a la gloria de Dios (mundanalidad). El misionero es una persona libre de todos estos pesos y cadenas; una persona que vive sin nada propio, sólo para el Señor y su Evangelio; una persona que vive en un camino constante de conversión personal y trabaja incansablemente por la conversión pastoral” (MD 26.5.2017)

“La mundanidad espiritual es tremenda, porque te transforma por dentro. (…) Tengan cuidado de la mundanidad espiritual que nos lleva a fiarnos de las fuerzas, a creernos los mejores, a buscar obsesivamente el bienestar o el poder. No se acomoden a esta lógica mundana que hará que el Evangelio, que Jesús, deje de ser el criterio orientativo de sus vidas y de sus opciones misioneras. No pueden convivir con el espíritu del mundo y pretender servir al Señor. Orienten su existencia en base a los valores del Evangelio. Pero nunca utilicen el Evangelio de modo instrumental, como ideología, más bien úsenlo como vademécum, dejándose orientar en todo momento por las opciones del Evangelio y por el ardiente deseo de «seguir a Jesús e imitarlo en la oración, en la fatiga, y en el buscar siempre la gloria de Dios y la salvación de las almas». Así decía el padre Claret. Funden sus vidas en Cristo, y san Pablo, que la había fundado en Cristo, podía decir: «No soy yo el que vivo, es Cristo quien vive en mí» (Ga 2,20)” (D 9.9.2021).

“Cómodas seguridades del poder, a las engañosas seducciones de la mundanalidad, a la vana presunción de creyéndonos autosuficientes, a la hipocresía de cuidar las apariencias. Así no perderemos de vista ese Reino al que nos llamas” (D 31.5.2019).

“La mundanidad de andar buscando la propia gloria nos roba la presencia de Jesús humilde y humillado, Señor cercano a todos, Cristo doloroso con todos los que sufren, adorado por nuestro pueblo que sabe quiénes son sus verdaderos amigos. Un sacerdote mundano no es otra cosa que un pagano clericalizado. Un sacerdote mundano no es más que un pagano clericalizado” (H. misa crismal, 14.3.2022).

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